Entrevista a Pablo Spátola, realizador del film Plusvalía.
Por Virna Molina
Pablo estudió la carrera de realización cinematográfica con orientación documental en el IDAC, Instituto de Arte Cinematográfico de Avellaneda entre los años 1992 y 1995 inclusive.
Dirigió varios cortometrajes de ficción y documental y realizó la producción del largometraje documental, La Savia del Algarrobo de Daniel Rojas.
Plusvalía es su Ópera Prima como realizador que espera estrenar a fines de este año.
Muchos de los que hoy escribimos en esta revista, fuimos compañeros de escuela con Pablo. Allí nos formamos aprendiendo a producir nuestros films en la escasez económica y la adversidad. Para llevar adelante los proyectos, siempre utilizábamos el ingenio y apostábamos al trabajo colectivo del grupo humano que conformaba el equipo de realización.
Este modo de ver el cine es vigente y nos une con el pasar de los años.
El film Plusvalía, aún está en post producción. Tuvimos la oportunidad de ver un armado off-line y descubrir que Spátola construye un relato con identidad cinematográfica, donde la crítica política dialoga con su historia personal. Es un fresco espontáneo y totalmente desestructurado donde ahonda en el rol que el Partido Comunista tuvo, no sólo en su vida (ya que su padre fue un comprometido militante), sino en las generaciones actuales y como determinó un nuevo significado de las palabras: izquierda, comunismo y revolución.
Después de ver el material charlamos con Pablo.
– ¿Cómo y cuando surge el proyecto? ¿Por qué?
– Estaba realizando la investigación para una película sobre Raúl González Tuñón, en el año 2000 y me aconsejan ir a buscar material al Comité central de Partido Comunista, ya que Tuñón militó en éste toda su vida.
Allí me encuentro con un sótano de un gran edificio lleno de películas en 16mm y 35mm abandonadas.
A medida que las voy viendo descubro que había documentales del partido y de las actividades del mismo, cada una de ellas enmarcadas en el contexto histórico. En ellas, se percibe el punto de vista comunista de lo que pasaba en el país.
En todo este material, que eran varias horas, aparecía una sola vez Tuñón en imagen, durante cinco segundos en el Funeral Cívico a Stalin. Un acto impresionante, puro culto a la personalidad, y «simbología religiosa».
En este acto hablaba Victorio Codovilla, el fundador del PC (Partido Comunista), un hombre oscuro y burócrata, con todo el poder de Moscú.
Había material para hacer una película ya no sobre Tuñón, pero si sobre la historia de esta organización que marcó la dinámica política e ideológica del siglo XX. Pero estuve cinco años juntando material y haciendo la investigación sin poder concretar nada.
En el año 2005 muere mi viejo, quien me había transmitido su identidad política comunista. Él militó en el Partido Comunista, yo casi nada, apenas cuando era adolescente en los ochenta, todavía existía la URSS.
Cuando él muere, siento la necesidad de repasar ese legado. Ahora ya tenía lo que me faltaba: el punto de vista, y todo lo que eso implica.
– ¿Qué hipótesis trabajaste? ¿Tuvo variaciones?
– La hipótesis es rescatar lo esencial de esa identidad, eso que fracasó pero no es erróneo, qué fue lo peor de esa práctica y qué lo rescatable. Poder reconocerla y reencontrarme en ella con la esencia de lo que mi viejo me transmitió.
Hubo variaciones de forma en la hipótesis desde el inicio hasta ahora, pero no de fondo.
– ¿Qué tipo de diseño productivo planificaste para el film?
– Por un lado el ojo puesto en el material de archivo, así que dediqué mucho tiempo para la investigación, que no tuvo su final en la etapa de rodaje, sino que sigue y seguirá vigente hasta el último día de edición. Hoy hay una persona que se encarga de esto.
Después conformamos un equipo pequeño de tres personas, muy versátil, para registrar entrevistas y eventos.
Yo soy el director y a la vez me encargo de toda el área de producción, inclusive de preparar las rendiciones de los gastos ante el INCAA, ya que el film obtuvo en septiembre de 2007 a través de la Resolución 632, la compra de derechos televisivos.
– ¿Estando avanzado en la etapa de montaje, sentís que fue una elección correcta (el diseño de producción)? Si, no, por qué.
– Con respecto a la versatilidad y a priorizar la frescura de los entrevistados por sobre la «corrección» de la puesta en el film, estoy conforme y contento.
En relación a mi rol como productor, me molesta tener que llevar adelante lo administrativo, que es mucho. Me toma mucho tiempo y me saca de lo realizativo, a veces por una o dos semanas, pero también es mi metodología de dejar todo para el final.
En la próxima película voy a tratar de no hacerme cargo de esa tarea administrativa. Pero si de la producción, que en esta forma de trabajar el cine, es difícil separarla del rol de dirección.
Actualmente un productor ejecutivo cubre el rol administrativo, ¿Por qué decidiste vos no asociarte a un productor ejecutivo? y ¿Cuál sería una posible solución al problema que planteás?
Yo no me asocié con ningún productor ejecutivo porque sencillamente no lo necesité ni lo necesito.
Al ganar la instancia del INCAA, de venta de derechos televisivos (res.632) las necesidades económicas están resueltas. El hecho de no asociarme con otro productor o con una empresa productora, me garantiza tener todos los derechos futuros de la obra.
Con respecto a la parte administrativa lo resolveré, en el próximo film, trabajando con un asistente de producción, que entre otras tareas podría hacerse cargo de eso.
– ¿Qué roles concretos técnicos, además de dirigir y producir, hiciste en el film?
– Hice y hago: cámara y montaje.
– ¿Cuál fue el obstáculo más grande que tuviste o tenés que atravesar para llevar el film adelante?
– El obstáculo más grande está en las inseguridades propias que tuve que superar.
– ¿Plusvalía sería el mismo film si no hubiera recibido el apoyo financiero de la Res.632 del INCAA? ¿Qué sería diferente?
– Con el apoyo financiero del INCAA se transformó en una película con más posibilidades. Pude viajar y ver lo que pasa ahora en Rusia con el comunismo e incorporarlo al film, también pude pagar el trabajo de los colaboradores y quienes participan creativamente en este proyecto, eso es bueno y justo.
El film se hubiera hecho igual sin este aporte económico que nombrás, porque muchos de los técnicos y colaboradores hubieran trabajado igual. Pero eso se puede dar en un caso, en una película, pero no en una carrera de realizador, es difícil sostenerlo en el tiempo.
– ¿Qué cosas aprendiste durante la realización del film que quieras transmitir a otros documentalistas?
– Que en la etapa de montaje es necesario trabajar en equipo.
Yo creía que con las nuevas tecnologías, la compu y lo registrado, era cuestión de sentarme y trabajar, como un escritor, y no. Hace falta la mirada del otro, pienso que esto reafirma el carácter de trabajo colectivo del audiovisual.
– ¿Qué errores cometiste que hoy modificarías? ¿Por qué?
– Hoy separaría lo administrativo de lo realizativo.
– ¿Cómo pensás distribuir el film?
– Tengo pensado moverlo en festivales, algún pequeño estreno oficial en sala, el circuito propio casi militante de llevar el film a distintos espacios, y la TV.
– ¿Qué es para vos ser un «documentalista profesional»?
– Ser riguroso con lo narrativo, lo estético y lo temático. Es importante poder vivir de hacer documentales, eso sería un estilo de vida, pero creo que no hace al profesionalismo, que este último existe cuando hay compromiso artístico y moral.