[vc_row][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]Por Juan Repetto
Es común escuchar que las películas documentales se miran poco. Que el género no atrae al público, a diferencia de la ficción. Y que esos números se reflejan en la taquilla. Nuestras películas, al parecer, son poco atractivas y representan un segmento de menor impacto en el universo cinematográfico. ¿O es precisamente todo lo contrario?[/vc_column_text][vc_column_text]Las estadísticas que maneja el INCAA, en su mayor parte, no contemplan las diversas audiencias del cine documental. Las pocas pantallas comerciales disponibles para la exhibición de documentales, como el Gaumont, los espacios INCAA distribuidos alrededor del país, o los circuitos de cines alternativos que cortan ticket como el MALBA, reúnen a muchos espectadores que van al cine, pero que, al final del recorrido, no son representativos del público amplio y diverso que vio la película. Esos son apenas un punto de partida y tal vez la posibilidad de salir en los medios de comunicación cuando sucede un estreno. Pero los registros del Instituto de Cine no alcanzan para tener un acercamiento serio del número de personas que realmente vieron un documental en una pantalla grande y, mucho menos, de su alcance en otros aspectos, como la visualización de problemáticas puntuales, de debates y de acciones concretas que impactan en la cultura y en la política de una sociedad.
Las exhibiciones en espacios no convencionales forman parte de un circuito alejado de las pantallas comerciales. Hablamos sólo de los casos en que, más allá del tipo de pantalla y el lugar, un grupo de personas se congrega en un mismo sitio a ver una película, se apagan las luces y comparten un ritual. Y eso no sucede sólo o necesariamente en un cine. Puede ser en el centro cultural de un barrio, en auditorios y aulas de una escuela o una universidad, en asociaciones, centros de fomento o clubes de barrio, por citar sólo algunos ejemplos. No nos referimos, entonces, a la visualización de una película en la televisión o en una computadora, donde no se prioriza una mirada colectiva.
Estos circuitos alternativos atraen a miles de personas, muchas veces relacionadas con las temáticas de cada película, que en la mayoría de los casos no abonan una entrada, pero que abarcan toda la geografía del país y asisten a la proyección de una manera participativa. No hablamos sólo de números: Los documentales posibilitan un diálogo y un debate enriquecedor entre el público, los realizadores y los protagonistas del film.
Para los realizadores de cine documental es tanto o más importante tener en cuenta esta realidad como el recuento de taquilla, ya que los proyectos que emprendemos no sólo tienen un objetivo comercial sino que apuntan casi en la mayoría de los casos a una función social, política, cultural, educativa y de debate de ideas que brinda muchos beneficios y exceden lo económico, construyendo identidad, problematizando y ampliando las miradas sobre los hechos de nuestra cultura.
Muchos de estos espectadores que acceden a estos otros espacios, posiblemente no hayan visitado un cine anteriormente y, mucho menos, visto un documental en pantalla grande. Por eso, los documentales también permiten pensar en otra forma de valorar el fomento al cine y de valorizar el aporte que puede hacer y debe afianzar el Estado a estas producciones.
El rol del Estado como formador cultural es vital para la sociedad, es parte esencial del sentido del fomento al cine y actualmente no está contemplándose en la forma de contabilizar las audiencias. Muy por el contrario, apunta contra el género documental argumentando que posee una escasa llegada al público. Si no hay una manera accesible de medir ese público que acude a “otros cines”, al menos debería reconocerse que la venta de entradas, en estos casos, no deberían considerarse una medida útil para valorar el género y al acceso a fondos para el desarrollo de nuevas producciones.
En abril de 2016 me tocó estrenar el documental “Fausto También” en el cine Gaumont de la Ciudad de Buenos Aires. En dos semanas lo vieron alrededor de 1.300 personas, mientras a pocos metros, en una sala vecina, miles de personas hacían cola para ver “Me casé con un boludo”, protagonizada Adrián Suar, que no sólo contaba con esa pantalla, sino con otras 250.
Con el tiempo nos fuimos extendiendo hacia otros espacios INCAA, pero sobre todo comenzamos a transitar otros sitios sumamente valiosos. “Fausto También” narra el caso de un joven que a los tres años fue diagnosticado con autismo. Según el médico, nunca iba a poder hablar, sociabilizar ni comunicarse con nadie. Pero luego de un proceso de integración muy fuerte no sólo logró hablar, sino que llegó a estudiar en la Universidad Nacional de la Plata. El documental habla sobre la integración de personas con discapacidad en la educación pública.
Desde abril hasta la actualidad realizamos funciones con las Universidades nacionales de Tucumán, Córdoba, Rosario, La Plata, Mar del Plata y Quilmes, y con otras privadas, como la UCA en Santa Fe y en Paraná. Debatimos sobre políticas públicas de inclusión en las mismas universidades, así como en asociaciones de padres de personas con autismo, hospitales como el Tobar García, especializado en salud mental, cines de barrio, centros culturales y festivales. Interactuamos, debatimos, propusimos políticas con psicólogos, acompañantes terapéuticos, familias, funcionarios, docentes y autoridades de escuelas y universidades, y también ayudamos a difundir la problemática en públicos que no la conocían.
Seguramente no alcanzamos las 250 pantallas de Suar, ni sus cientos de miles de espectadores, pero sí es seguro que el número de personas que vio el documental fue muchas veces mayor que los 1300 contabilizados por el INCAA, y con un presupuesto muchísimo menor, claro está. Además, nuestro público no sólo se sentó a mirar una película durante poco más de una hora para entretenerse, sino que se llevó del cine una experiencia diferente y una motivación para participar de manera activa en su comunidad.
El Film “Fausto También” fue proyectado en los siguientes espacios luego de su estreno comercial. Universidad Nacional de Rosario, Universidad Nacional de Quilmes, Universidad Nacional de Córdoba, Universidad Nacional de Tucumán, Universidad Católica de Santa Fe, Universidad Católica de Paraná, Entre Ríos, Universidad Nacional de Mar del Plata, Biblioteca Nacional Mariano Moreno, La Nave de los sueños, Fiscalía de Estado de La Plata, Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti (Agosto) Ciclo Otras Infancias, Hospital Infanto juvenil Carolina Tobar García, Taller Cine Debate “Hacer con las fronteras del saber” de las IV Jornadas interhospitalarias de profesionales en formación en salud mental infanto-juvenil: “Lo institucional y sus fronteras”, Ushuaia, Tierra del Fuego, Gualeguaychú, Entre Ríos , Zárate. Jornada en conjunto con TGD Padres-red Zárate y la Municipalidad de Zárate. [/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][/vc_column][/vc_row]